jueves, 4 de octubre de 2012

AUF WIEDERSEHEN

 
Michael Schumacher, el Kaiser, se retira. Lo ha anunciado hace pocas horas. Y yo que me alegro...
 
Reconozco que nunca fui muy de Schumacher. Ni en Benneton ni en Ferrari ni mucho menos ahora que trabaja para Mercedes. No me simpatiza, como diría Quico en El Chavo del 8.
 
No le quito reconocimiento, ni un ápice, a sus siete títulos mundiales, infinidad de poles, podios, vueltas rápidas y demás registros propios del probablemente - por números- mejor piloto de Fórmula 1 de la historia. Pero nunca me emocionó. Nunca me transmitió nada que me hiciera sentarme frente al televisor a verle dar vueltas a un circuito de velocidad.
 
Sí lo consiguieron otros genios del volante con menos entorchados: Prost (que me generaba cierto odio deportivo), Senna (el más grande para mí), Raikonnen (cierto aroma a talentazo no exprimido al máximo), Hamilton (el antihéroe necesario)... Pero Schumacher no. Para mí a Schumi le faltó siempre alma, carisma, espíritu...
 
No me entiendan mal. No se trata de que mi alonsismo practicante me nuble las ideas y considere a este genio del volante que fue Schumacher un estorbo, molestia o alguien a quien se deba eliminar de las parrillas del mundo sí o sí. No se trata de eso.
 
Se trata de que nunca me ha gustado ver a los grandes por los suelos. Nunca me ha gustado ver la decadencia de alguien que lo ha sido todo o casi todo en algún ámbito de la vida y que no sabe retirarse a tiempo o, aún peor, que retirándose a tiempo no sabe quedarse quietecito, en su casa, en su retiro de magnificencia y misticismo deportivo, viendo los toros desde la barrera y quizá pensando que los demás, los jóvenes, los New Kids On the Block de turno nunca podrán, ya no superarle, sino igualarle.
 
Me pasó lo mismo en su día con Michael Jordan y su vuelta. Nunca la entendí. La segunda vuelta me refiero. Aquella que dio con él en los Wizards de Washington. Saben que no soy de los Bulls y que Jordan tampoco ha sido el jugador que ha marcado mi infancia ni juventud pero sí reconozco que le he visto hacer cosas sobre una cancha que no ví antes y no he vuelto a ver después. Que volviera con una camiseta que no fuera la de Chicago fue una cagada producto de una mala gestión de ego y de negación de la realidad y del paso del tiempo que a todos nos golpea por mucho que nos resistamos o tratemos de ignorarlo. Jordan se arrastró y degeneró su leyenda, igual que ha venido haciendo Schumacher durante estos últimos años. Una vuelta rápida ya no es suficiente, un podio tampoco, ni siquiera una victoria en un Gran Premio. Schumacher arrasa, destroza a sus rivales que sólo le ven en la parrilla de salida y en la rueda de prensa tras la carrera. Schumacher no traga humo del tubo de escape de nadie, no se retira de una carrera y no queda el 6º como mejor resultado de la temporada.
 
Este Schumacher ha sido apócrifo, cutre, sin alma, sin la magia de los superdotados para aquello a lo que se dedican. Verle dando vueltas en su coche plateado, su casco rojo y su pretendida arrogancia germana... No me lo creo. Me parece un maldito truco de ilusionista aficionado. Ese no es Schumacher, es su primo que se apellida igual pero corre para atrás.
 
Schumacher se retira y yo que me alegro.
 
Auf wiedersehen, Kaiser!