jueves, 9 de agosto de 2012

QUERIDO NICOLÁS



Querido Nicolás:

Te extrañará que te escriba esta carta que nunca leerás. Podrás imaginar, Nicolás, que te escribo a raíz de tu agresión a Juan Carlos Navarro en los últimos segundos del partido de ayer.

Supongo que no te sorprenderá, Nicolás, que ahora mismo aquí en l'Espagne seas lo más en malos malísimos deportivos desde Hamilton. Sólo comparable en términos absolutos a nuestras simpatías por la Merkel, Mario Draghi y la prima de ambos, la del riesgo. Esa que, no sé si sabes, últimamente siempre anda algo desbocada. Como parece que también lo estás tú, Nicolás.

Yo entiendo tu frustración, Nicolás. Sé lo que puede doler volver a perder (otra vez y van tres seguidas este verano) contra esos chicos de rojo que no están jugando nada bien. Es para volverse loco, lo sé. Sé lo irritante que es no poder superar una defensa intensa como la que tuviste enfrente ayer en los últimos minutos de partido y cómo puede llegar a sacarte de quicio ver que sólo has anotado seis puntos en todo el último cuarto. Sé que salen llagas en el alma cuando lo tienes en la mano y lo dejas escapar, sin saber cómo ni por qué.  Lo sé, Nicolás.

Entiendo todo eso y más, Nicolás. Lo entiendo porque a mí y a mi país también nos ha pasado. Muchas veces. Perder y perder, vez tras vez. Jugar como nunca y perder como siempre. Sabernos mejores que el adversario pero caer derrotados sin motivo aparente. Sentir rabia y frustración. El fracaso sin explicación. El sinsabor del esfuerzo en balde... Pero todas esas veces, incluso cuando nos han partido la nariz de un codazo o nos han robado un gol o una canasta legal en el último segundo, nos hemos levantado y hemos felicitado al rival.

Por eso no puedo entender tu mala baba, Nicolás, cuando después del partido ofreces como explicación a tu agresión que pretendías dar un motivo a Navarro para que hiciera teatro, para que fingiera una falta más... Eso, Nicolás, no es propio de un deportista profesional. Y si lo piensas bien, Nicolás, tu puñetazo malintencionado a Navarro  puede que consiguiera causarnos dolor durante un par de minutos, tampoco más la verdad. Ya siento que a ti, Nicolás, la frustración de tener que ver las semifinales por televisión te vaya a durar cuatro años, si no más...

Un saludo cordial, Nicolás.