jueves, 7 de junio de 2012

NO HAY DOS SIN TRES

Una aventura tan grande como la vida misma.

Así reza el subtítulo de Big Fish, una de las películas quizá menos conocidas de Tim Burton, el genio de Burbank, California. 

En realidad no soy muy fan de Burton y sus películas. La mayoría me parecen desmesuradamente exageradas, racionalmente irracionales e incluso histriónicamente histriónicas. Reflejo de la personalidad de su autor, quizá. Pero adoro Big Fish, no lo puedo negar. 



¿Han tenido la oportunidad de verla? Yo dos veces. Nada más. Voluntad propia. Ya saben, no conviene abusar de las buenas fragancias. De lo contrario, uno deja de apreciar su verdadero aroma. 

Me la recomendaron hace ya algunos años. Me la compré en dvd y la vi en casa. Yo solo. Menos mal. Qué llantina, oigan... Me emocioné, lo reconozco. Me prometí a mí mismo que pasaría mucho tiempo antes de volver a verla de nuevo. No por vergüenza, a uno cada vez le va quedando menos de eso, sino  por preservar el recuerdo puro de la primera vez. Ustedes saben de lo que les hablo, estoy seguro.

Hoy he roto mi promesa y la he vuelto a ver. Culpen al enésimo anuncio con que estos días nos bombardean sin descanso en prensa escrita, radio y televisión anunciando la posibilidad de un nuevo éxito de nuestra querida selección nacional de fútbol. Esta vez en la Eurocopa, otrora denominada Copa de Europa de naciones. No hay dos sin tres, dicen...



El problema está en que aquí y allá nos mezclan imágenes de la Eurocopa 2008 y del Mundial de Sudáfrica y uno no puede evitar volver a emocionarse. Lo de Austria estuvo bien pero lo de Sudáfrica... Qué me dicen? Insuperable. Uno revive aquel cada vez más lejano ya 11 de julio de 2010 y le vienen a la cabeza multitud de recuerdos. Y, qué recuerdos, ¿verdad? Vuvuzelas, Holanda, De Jong, Alonso, patada en el pecho, Howard Webb, Robben, Casillas, tobillo, uyyyy, Iniesta, Iniesta, Iniessssta de mi vida -que diría Camacho-... Gol, goool, goooooooooooool!  

Uno recuerda ese día y sus sensaciones como si hubiera ocurrido ayer mismo: ilusión, emoción, pasión, desenfreno, dosis de incredulidad... Sueño cumplido. La catarsis de los españolitos, pasando de eternos ateos abdicantes sin remedio de nuestra nacional futbolística a fervientes creyentes de lo rojigualda. Sí, señor, ya era hora. El peso de varias generaciones frustradas por innumerables sinsabores patrios e ilusiones tiradas a la basura en sucesivas malditas rondas de cuartos de final, puntos de penalty coreanos injustos, Julios Salinas vs. Robertos Baggio, Cardeñosas al muñeco y maldiciones varias de país anfitrión... Todas erradicadas en 120 minutos de invierno austral gracias a un gol de un chico de Albacete, oigan. Don Quijote estaría henchido de orgullo, sin duda. Sus temidos molinos cayeron finalmente, vaya si cayeron. ¡Pica en Flandes!



Similar catarsis experimenté al ver por primera vez la película que les comento. Hoy no ha sido para menos, no he podido evitarlo. La llantina menor, eso sí, que uno va cumpliendo veranos y se le va agriando el carácter. Pero Burton me ha vuelto a engañar. Me ha hecho acompañar de nuevo a su personaje en su viaje desde el más puro de los racionalismos (ese que nos impide creer en los Reyes Magos y por culpa del cual creíamos que nuestros ojos nunca verían a España ganar un Mundial de fútbol) hasta el más dulce de los ensueños (que nos permite creer a pies juntillas y sin lugar a la duda que las 500 pesetas que uno se encuentra debajo de su almohada un buen día al despertarse se las ha permutado un ratón de cuento a cambio su muy preciado diente de leche). He vuelto a saborear la ingenuidad de la infancia, qué carajo. Qué bonito volver a creer por un instante que todo puede convertirse en realidad en esta vida si llegas a desearlo lo suficiente...

No sé si este verano volveré a experimentar algo similar a lo de aquel 11 de julio de 2010 o si este país volverá a desearlo lo suficiente como para que se haga realidad. Lo dudo. Por si acaso no me separaré demasiado durante estos días de mi dvd y de mi película favorita de Burton no vaya a ser que tenga que echar mano de ella antes de tiempo. Al fin y al cabo parece que, por una u otra razón, estoy condenado a hacer cumplir aquello de "no hay dos sin tres"...