martes, 13 de noviembre de 2012

LA CHISPA ADECUADA


"Todo arde si le aplicas la chispa adecuada."
Héroes del Silencio 
 
Pueden imaginar que cuando el viernes pasado recibí dos correos electrónicos anunciándome la destitución de Mike Brown como entrenador jefe de Los Angeles Lakers me alegré. Siempre he considerado que Brown no era la persona para estar en ese puesto.
 
La noticia me hizo pensar que la franquicia californiana se había dado cuenta por fin del error que fue contratar a ese entrenador y había decidido tomar las riendas de la situación para reconducir el destino de su equipo hecho para ganar.
 
Pero parece que me equivoqué.
 
No se trata de que Mike Brown fuera un auténtico desastre como ya dijimos en su día en este mismo foro y que Mike D'Antoni, el técnico elegido, sea mejor entrenador. Todo el mundo sabe que D'Antoni lo es. Sin duda.
 
No se trata de saber si D'Antoni impondrá su estilo "run&gun" característico de los Phoenix Suns en los que Steve Nash más brilló o si decidirá hacer la vida sencilla y encomendarse al clásico bloqueo y continuación, si jugará con los pivots o le sobra alguno de ellos, si Kobe Bryant se llevará bien con él, si le respetará o si le dedicará en breve alguna de sus miradas furibundas catalizadoras de una irremediable destitución. 
 
Tampoco se trata de dejarse llevar por el romanticismo del ayer y creer que la única forma en que un equipo de baloncesto pueda ganar sea teniendo como entrenador a Phil Jackson. Obviemos sus 11 anillos de campeón NBA como entrenador, 6 con Chicago y 5 con Lakers, y sus otros 2 anillos más como jugador de los Knicks.
 
Desde luego que en ningún caso se trata de entregarlo todo al Maestro Zen como salvador de la patria angelina, dejarle que haga y deshaga a su antojo, que exija asistentes con contrato en vigor en otros equipos y por los que habría que pagar un millón de dólares para liberarlos de sus contratos, quedar expuesto a que decida viajar o no con el equipo según le parezca, que tenga mando en plaza por encima incluso de Mitch Kupchak y Jim Buss (vicepresidente de operaciones de baloncesto y - más importante- hijo del dueño de la franquicia y cuñadísimo del propio Jackson). Ya demostró en el pasado Jerry Buss que la franquicia (su franquicia) está por encima de individualidades (Riley, Magic, Jabbar, Shaq, el propio Jackson...).
 
Si me apuran ni siquiera se trata de aplicar el menos común de los sentidos a todo este asunto, ni de que en lo que fue de viernes a domingo la dirección deportiva del equipo se entrevistase con tres entrenadores diferentes (Jackson, D'Antoni y Mike Dunleavy que pasaba por ahí) que nada tienen que ver entre ellos en cuanto a estilo de juego y personalidad. Todo ello mientras el público del Staples Center dejaba clara sus preferencias al grito de "We want Phil!", los jugadores secundaban la moción con sus declaraciones y los analistas aseguraban - al 95%- que Jackson sería el elegido y se atrevían a publicar quienes serían sus ayudantes, el sueldo que cobraría, los viajes a los que no iría con el equipo, el poder que tendría dentro de la franquicia y hasta la marca de dentífrico que usaría en su vuelta a los ruedos.
 
Es más sencillo que todo eso.
 
Se trata simplemente de saber qué se quiere y a partir de ahí hacer lo necesario para tratar de conseguirlo.
 
Se trata de combinar la racionalidad con ciertas dosis de pasión.
 
Se trata de elegir un entrenador con un estilo determinado por el que se quiera apostar firmemente a medio/largo plazo y darle tiempo y mimbres para poder desarrollar su idea sobre la cancha, desde luego. 
 
Pero en igual o mayor medida se trata de combinar lo anterior con una pequeña dosis de ilusión repentina, de pasión, de chispa adecuada que haga prender la mecha de un equipo lleno de buenas individualidades que aún no se han encontrado entre sí.
 
Me temo que la fuerza se fue por la boca y la chispa no prendió.